miércoles, 16 de enero de 2013

PICAMILLS, CUM LAUDEM



Una vez más, Antonio Picamills Ruíz nos obsequia con su particular “agenda” a la que él bautizó como su Dietario Taurino, su obra emblemática por la que durante todo el año labora, construye, aglutina y ordena todos los datos del mundo taurino para que, en los albores de cada año nuevo, tengamos en nuestro poder esa enciclopedia taurina, todo  un hito en el mundo de la estadística.
Este vasco ejemplar es capaz de conmovernos cada año con su Dietario; su labor, impagable trabajo con el que nos obsequia, nos proporciona todos los detalles que pudiéramos soñar al respecto del mundo de los toros; sin duda, para el taurinismo, es la Agenda perfecta; pero no ya para los propios profesionales que, como herramienta de trabajo les viene como anillo al dedo; para que todos los aficionados nos podamos deleitar con semejante utensilio del que nos salvará de muchas dudas.





A Picamills se le conoce mucho en su faceta como apoderado; gracias a él brilló un día Juan José Padilla que, cuando no era nadie, en Pamplona pudo triunfar por vez primera –aunque sospecho que Padilla no se acuerda ahora de Antonio Picamills-  y, sin duda, verle el color al dinero; Padilla, Luís de Pauloba, El Califa, Guerrita Chico, Ramis Hassan “Califa de Aragua”, Milagros de Perú en la actualidad; y un número importante de matadores y rejoneadores por los que ha luchado sin denuedo por los despachos del mundo. El apoderamiento ha sido su mundo, pero yo me quedo con su faceta recopiladora de datos, esa fuente inagotable del saber que vive dentro de su ser para que, tras su tarea, todos los aficionados del mundo gocemos de su obra.
Son ya veinte años ejerciendo este trabajo hermoso que, sin duda, tenemos que reconocerle; muchos le imitaron y todos fracasaron, sencillamente porque de mis imitadores serán mis defectos. Picamills, en estos años, ha tenido la honradez de homenajear a distintos matadores de toros que, por su trayectoria profesional, han tenido cabida en su obra como referente artístico. No sé si dichos matadores le habrán reconocido lo que por ellos ha hecho, pero su grandeza ahí ha quedado constatada.
A Antonio Picamills hay que quererlo sin recato ni medida; son sus obras las que dicen todo de él y, tratarle, como digo, es amarle. Ahora, al margen de su trabajo como autor de la estadística en su Dietario, anda tremendamente ilusionado con su poderdante Milagros de Perú a la que, en breve le dará la alternativa, sin duda, el referente peruano, no en vano, dicha muchacha será la primera peruana en doctorarse como matadora de toros.
Démosle al César lo que es del César, pero a Picamills lo que es suyo; y suya es su obra, su dietario, su entrega, su pasión y todo lo que brota de su corazón que, sin duda, enaltece a la mejor fiesta del mundo, la fiesta de los toros.